Alex y Cristina son una pareja encantadora. Conozco a Alex desde hace más de diez años.

Durante mi época como consultor en Ross era uno de mis mejores clientes. Entre otras cosas porque siempre te recibía con una sonrisa y con ganas de hacer las cosas lo más fáciles posible.

Ahorro para los niños

Hacía poco tiempo que eran clientes míos y dentro del análisis que habíamos realizado habíamos detectado la gran importancia que ambos le daban a la educación de sus hijos.

Nos enfrentábamos, empero, a un problema sobrevenido. Cristina estaba pasando por un mal momento en su empresa.

Por un lado la compañía tenía algunas dificulta-des económicas y la dirección había ofrecido a los trabajadores la posibilidad de optar por una baja incentivada.

Por otro, Cristina estaba totalmente en desacuerdo con la manera en que las cosas se estaban llevando en su compañía, y lo de la baja era una opción que más bien la incentivaba.

Pero una decisión de ese tipo comprometía las finanzas familiares y sobre todo los ahorros para la educación de los niños en una economía ya de por si bastante ajustada.

Mientras analizábamos las distintas opciones de que disponíamos, nos dimos cuenta que los abuelos de los niños ya entregaban a los padres una serie de cantidades a lo largo del año por distintas eventos. Cumpleaños, Navidades, etc.

Esos importes acababan en muchas ocasiones diluidos en las cuentas familiares. Te dan el dinero para el cumpleaños, lo ingresas hasta comprarles algo, o lo dejas en el bolso y al final todo se mezcla.

Decidimos abrir un instrumento de ahorro específico para los niños con cargo a una cuenta corriente concreta que ya teníamos para otros menesteres.

En esa cuenta iríamos ingresando todos los importes que nos dieran para los niños.

De la misma manera, y con una periodicidad mensual, el producto de ahorro cargaría en esa cuenta el importe que previamente habíamos establecido.

De esta manera conseguíamos tres objetivos:

  1. Separar el dinero de los niños del resto de partidas de la economía familiar.
  2. Ahorrar para los estudios sin ningún esfuerzo adicional sobre las finanzas familiares pues todo sale de un dinero con el que no contábamos de inicio.
  3. Aportar al vehículo de ahorro con una estrategia Double Cost Averaging –mis clientes ya sabéis de que hablo y si no, tenemos que vernos– para reducir el riesgo.

Al final Cristina dejó su empresa y se hizo autónoma para poder hacer las cosas a su manera. Tal y como creía que debían hacerse.

Hace unos meses, mientras repasábamos su situación financiera tomando un café, me comentaba que le parecía imposible haber conseguido ahorrar lo que habían ahorrado y precisamente en el momento en que sus ingresos habían bajado. Tan solo poniendo un poco de orden en sus cuentas.

Al final, claro está, no hacíamos sino confirmar que muchas veces el éxito requiere tan solo de un poco de método.

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